jueves, 9 de septiembre de 2010

neuróticos, zen y la ideología


Hace algunas semanas una revista femenina -es decir de construcción de un determinado femenino- publicó una edición sobre lo que sería “la vida buena”. Es siempre interesante analizar las producciones de verdad que estas inocentes publicaciones conllevan. De ninguna manera se abre la pregunta respecto de qué sería la vida buena en lo contemporáneo o por lo menos en el marketero concepto del Bicentetenario, abriendo preguntas o algún debate; pues no, ya que eso implicaría hablar de la mala vida, sí esa parte fea que tiene que ver con nuestro padecimiento en el contexto social y en aquel infierno que Sartre nombraba como el de las relaciones con los otros. Por supuesto todas cuestiones que no coinciden con la ética y estética propuesta (incluso impuesta) por la ideología implícita en estos artículos.
Por qué no coincide? Mire alrededor, qué le ofrecen? Qué le dicen? Farmacias en cada esquina; una neurosis cada vez mayor por la “buena comida” (y muy costosa por cierto) que sería esta tendencia a lo macrobiótico, orgánico, cualquier cosa que se acerque a lo “especial” (es fundamental no ser masivo); un imperativo de belleza y de goce, donde quien no es un súper gozador sexual es un trancado, ñoño y looser (cuestión que provoca un nivel de ansiedad y pánico brutal frente a la sexualidad, apareciendo la tentación de goces sustitutos, generalmente químicos); y mi favorito el “Conocerse a sí mismo”. Por supuesto que no se trata de cualquier conocerse, se trata de uno que tiene que ver con elevar el amor propio a las nubes, sentirse especial y bello (por dentro o por fuera) potente y capaz. Desde el psicoanálisis sabemos de la represión de aquellos aspectos que nadie quiere conocer de sí mismo: la parte fea, nuestros excesos, fijaciones (eso que nos deja pegados), limitaciones y vergüenzas, la parte sucia, nuestras contradicciones y lo más pero más atroz nuestra contingencia. Obviamente un estética bien poco comercial.
Mire otra vez. Recuerde las imágenes que ofrecen los centros de salud mental: gente corriendo por campos de margaritas o mirando al cielo con los brazos abiertos como extasiados en una plenitud donde nada importa (en serio eso tiene que ver con la felicidad?, ni siquiera a los cinco años yo me lo imaginaba así, es más, creo que a esa edad mi paraíso era hacer sufrir a mi hermano menor). Recuerde lo que ofrecen los cursos de superación personal de corte oriental importado: algo así como despréndase de las banalidades y bajezas de lo mundano, pero…así será exitoso en los negocios.
No es nada raro el auge de este estilo y terapéutica de corte oriental que nos invade, ya que su versión occidentalizada coincide plenamente con la ideología oficial: una lógica de desprendimiento que facilita - al igual que la farmacopea (porque aunque parezcan contrarias operan del mismo modo)- tolerar el mundo sin afectarnos más de la cuenta. Es decir, anular justamente el malestar, que tanto en lo psíquico como en lo social, es agente de subversión, de cambio. Esta posición de neurótico elevado, conlleva una subjetividad domesticada hiperadaptada (Sí, lo lamento…nada de especial).
Usos farsantes de terapéuticas y religiones. Como dice Makisa: la conciencia no es cuestión de mística.

3 comentarios:

  1. "creo que a esa edad mi paraíso era hacer sufrir a mi hermano menor" jajaja , que linda mi hermanita :)

    muy interesante el articulo, abrazos

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  2. Que buen artículo. Me gusta la última frase.

    "la conciencia no es cuestión de mística. "

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