martes, 2 de noviembre de 2010

EL AMOR EN TIEMPOS DEL RAVOTRIL

DROGAS, SEXO Y ROCK AND ROLL dice Mick Jagger, subvirtiendo el lugar del sexo en la mítica frase. En la actual desexualización del placer, los grandes ganadores de la jornada son la publicidad y la farmacología. Qué tienen en común?: Ambos ofrecen sustitutos. De qué? De esa maldita primavera, dulce embustera: el terreno del encuentro amoroso- erótico con otros.


Se me vienen dos comerciales de TV rápidamente a la cabeza, primero el de chocolates “Rolls”, donde un hombre va con sus chocolates por la calle y nada ni nadie más le interesa hasta que se encuentra con una mujer que también lleva este producto, se encuentran, cada uno con su chocolate-fetiche por delante; algo así como: “estamos juntos pero cada uno goza con su objeto y así no nos pedimos nada”. Segundo, el del Ron Madero, donde un tipo entra a una reunión social saludando tibiamente a gente que conoce hasta que llega a sus “verdaderos amigos”, momento justo en que la cámara hace un close up de las botellas de Ron; no quedando claro si su verdadera amistad es con las botellas o con las personas con que se sienta posteriormente.

Se evita lo sexual porque estamos en tiempos de evitar la diferencia y por cierto, el dolor (mire cuanta farmacia hay a su alrededor). Tiempos de la inflación de lo contractual, tiranía del acuerdo; todo es posible en la medida en que exista consenso entre las partes. Cuestión que suena bien pero lleva a anular la diferencia, ésta última se convierte en disidencia, y eso hoy, engendra terror. Anular la diferencia es algo así como el deporte extremo, hay riesgos, pero controlados, es como jugar a acercarse a un abismo pero colgado de un elástico y lo más importante, gozando SOLO. De la terapia de pareja hoy se espera algo similar: queremos estar juntos pero cada uno con sus chocolates “Rolls”, así evitar el vértigo del desencuentro: sin duda el verdadero abismo. Este es el costo que se quiere evitar, es como comer dulces sin azúcar o tomar cerveza sin alcohol, vivir un duelo sin tristeza.

Hoy el amor entonces si no es igualitario, no es. Se trata de asemejarse, de súper conocerse y comunicarse, en el fondo aplastarse. Por eso se confunde intimidad con transparencia, como si mostrarlo todo fuera lo más secreto que uno tiene y el otro pudiera obtenerlo. Cuando eso pasa, las personas se ponen feas, descansan en la idea de contrato, casados o no, suponen garantías y en eso descansan.

Frente a la ansiedad que puede generar el encuentro con otro, siempre han servido las ortopedias líquidas o sólidas, pero están aquellos que renuncian –que cada vez son más- esos que nunca llegan a la fiesta es decir al acontecimiento social-sexual, esos que quedan alcoholizados en el camino; esos que nunca llegan, nunca entendieron que se trataba de una previa. Pero también están los que no llegan – aunque con argumentos que nadie reclama- porque al otro día deben ir al cerro (o a lanzarse de cual o tal artilugio) SOLOS. El mal de hoy: sin duda la soledad y el pánico.

Estar con otro es duro, pero eso no significa que sea mejor jugar al muerto en la coartada del goce solitario, en esa fashion masturbación compulsiva. El encuentro con otro es un fracaso garantizado, pero eso no quiere decir que no podamos dar y recibir. Como decía Paul Verghaeghe, el amor es como pedir que nos rasquen la espalda: el otro nunca le achunta, pero tampoco nos podemos rascar solos.