jueves, 19 de enero de 2012

MONO CULIAO









“Por más alto que uno se siente,
siempre está sobre su culo”. Rabelais






Hay un insulto de hombre a otros hombres que me inquieta, el mono culiao.

Cosas de hombre pienso. Pero no entiendo el insulto. Insulto que percibo apunta a una especie de falta de educación, cultura, en fin, a la falta de alguna de las construcciones solemnes sobre la gran cloaca de la humanidad.

Pero cómo? No es acaso el hombre más solemne el que más cree y defiende al mono? El hombre cabeza de ciencia por ejemplo, supone que las conductas las explica la genética, las feromonas o no sé qué otra tripa. Sin dignidad. Es que no existe el alma, dicen los más educados.

Claro que no existe el alma. Qué se vienen a creer? Pero eso no me convierte en mono, ni mi deber es andar amamantando guaguas. Tengo una subjetividad. Soy una mixtura de cuerpo, ideas e historia. Historias que sé y varias que no, otras que no sé qué sé. Por eso la historia importa. Aunque parece que cada vez más a los educados les importe menos.

Pero contaré una historia. La que no saben que saben aquellos de la superioridad moral del mono culiao.

Hay monos en todas partes, en la marginalidad y en los doctorados de la cota mil.
Podría nombrar la relación de los hombres a las mujeres como un ejemplo. Muchos nos dan a nosotras estatuto de monas. Claro, que para ellos hay monas decentes y otras que no. Pero a todas se nos tortura de alguna manera. Por putas, por tontas, por ser su mujer.

Pero cuando amamos -que nosotras amamos a morir- no sé si un mono puede hacer eso… nos temen. Cuando deseamos, se ponen nerviosos. Cuando competimos, nos quieren destruir.

Para no ser injusta con ellos, hay que decir que todos y todas podemos creer en el mono de diversas formas.

Acá un ejemplo. Confieso que cuando me ando angustiando y desangustiando me pongo diagnósticos, que bipolar, que leve hipertimia, pero nada. No sirve de nada. Debo saber en que anda mi deseo. Eso y nada más. Nada más me alivia. Porque no soy un mono. Aunque a veces pido ayuda como si lo fuera: cuando creo que la banana de la farmacia me curará.

Basta con el mono. Vamos con el problema de ser culiao. Perdón culiado.


Se trata de un gravísimo agravio para la lógica fálica.

Da la impresión que todos tenemos que ver con esto. A todos - sobretodo a los pobres- pero no sólo a ellos, nos meten la trampa a diario. La trampa del mercado, la trampa del mono, la trampa de Dios, la del saber, la trampa de lo masculino y lo femenino. Todos culiados entonces.

Pero hay una trampa gratis. Incluso en aquellos que están en la posición privilegiada de andar pensando que son los otros los monos. Porque no es justamente la moral masculina burguesa, sobretodo educada, aquella que más determinada está?

Son los atados a sus teneres, a sus buenas costumbres, los que sostienen a Dios por política, y creen en el fondo que no creen. Pero Dios les mete todos los días la punta de su ética: la culpa, el odio a la libertad, la locura, la diferencia y a la mujer. La ética pequeña del tener. La ética del “las cosas son así”. One way.

Tienen tanto que perder…

Pero no sólo el dinero esclaviza. Con el saber ocurre lo mismo. Como aquel que no puede opinar más allá de lo que dijo otro. Su maestro Otro que le mete la trampa de la sodomía del saber impostado.


Ninguna esclavitud peor que la del suponer una forma de vivir, de pensar, de contar. De la sexualidad.

Un ejemplo de la contradicción de la esclavitud del tener, es la graciosa paradoja de muchos homofóbicos, quienes tienden a moverse desde lo que llamamos el carácter anal: Cagados, misóginos, cobardes.

Sería injusto si le atribuyera la cobardía de monito sólo a los que poseen la tripa que brilla. Qué nos cabe a nosotras? Nosotras que tantas veces somos nuestras peores enemigas, que no somos capaces de hacer fraternidad congénere. Que nos asusta nuestra propia posibilidad de la diferencia, esa diferencia radical que extravía. Todavía nos da miedo el lobo supongo. El problema es que le damos más fuerza.

La libertad huele a pasión, entonces a femenino. A los seres a quienes las cosas del mundo no nos alcanzan. Siempre nos asustaron tanto con la marginalidad…

Cada uno con sus trampas y sus cuerdas. No nos hagamos los tontos.

Hoy donde Dios no opera, opera la cínica hipótesis del mono. El mono nos salva, de cuando en cuando a todos, cuando no queremos entender nada. La pastilla es para cuando nos ponemos mono.

Todos monos culiados entonces. Aunque parcialmente. Más allá de eso…

El vértigo infinito de la libertad que no hay. Y que aunque no se pueda, quién se atreve?