martes, 22 de junio de 2010

Yo defiendo a Fulvio



Algo a destiempo - pero bueno, como sabemos en mi profesión, cada uno con sus tiempos- tengo este irrefrenable deseo de defender al pobre Fulvio sometido al escarnio público.
Debo reconocer que siento algo de pudor en este ejercicio de defensa ya que se articuló un discurso oficial frente a su última disputa política-amorosa. Este oficialismo discursivo propone como obviedad que Carolina debía dejar a su partenaire por histérico y traidor, asumiendo que es ella quien tiene, no sólo más trayectoria política, sino que también – y esto es fundamental- más proyección en la administración pública. De este modo, ella debía renunciar a su relación de pareja para privilegiar su profesión.
Ahora, las obviedades siempre son peligrosas ya que ocultan posiciones ideológicas que no se interrogan. Intentaré cuestionar algunas que me parecen estar implícitas en este discurso.
Qué es lo que aquí está en juego? el poder por supuesto, pero me refiero al poder fálico, a eso que nadie tiene pero que todos buscan. Eso que en aquellos momentos de inseguridad aseguramos que es el otro quien tiene eso que nosotros no: “ella es más bonita que yo..” “él sabe más que yo”. Se puede jugar a tener este poder y proyectar seguridad. Esa es la posición de Carolina, por ahí la definían como el prototipo de mujer progresista de pelo corto, aquella mujer fálica que se muestra segura e inteligente. Fulvio por su parte, podría representar al hombre posmoderno, histérico: bello, no tan inteligente y por alguna razón a ratos se duda de su masculinidad. Desde lo social, que ama lo fálico, obviamente se aplaude a este tipo de mujer, y se ridiculiza a estos machos de capa caída. Por qué es tan obvio que alguien debe privilegiar su carrera profesional antes que su relación de pareja? Pero ser una mujer fálica tiene sus presiones, ser ultra competente y competitiva, segura, autosuficiente, dejando el yoga como espacio para su feminidad. Decir que una mujer debe privilegiar su carrera es tan autoritario y machista como decir que debe quedarse en la cocina. Lo que se defiende es una lógica masculina, fácilmente graficable en la escena de los hombres obsesionados en el baño por medirse sus genitales. Lacan le llamó a esto ni más ni menos que GOCE IDIOTA.
Lo más idiota de esta lógica es que como nadie realmente tiene el falo, siempre está el supuesto de que es otro quien lo tiene, de allí la maldición neurótica de estar permanentemente dándole el poder a otros (típicamente figuras que nos inhiben). Entonces, en esta historia quién lo tiene? Parece que papá Lagos, quien puede con su fálica varita mágica darle el poder a quien estime conveniente. Parece que le tocó a ella, se decidió que ella era la del futuro, como el padre que da preferencia a uno de sus hijos. De esto es de lo que se queja Fulvio, y tiene razón en este sentido, no fue el elegido. Por eso lo defiendo, como la tía buena que se da cuenta de esta injusticia.
Lo lamentable es la posición subjetiva que se devela de nuestros representantes públicos: como niños peleándose la espada mágica… pobres, siguen creyendo que existen los dinosaurios. Por fortuna, algunos sabemos que ya se extinguieron.

2 comentarios:

  1. Interesante tu columna....he extrañado mucho escucharte en los podcast de Abajo El amor...me aburrí ya de re-escuchar los 22 capt. publicsdos....¿cuándo vuelves?

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  2. Hola, por ahora Abajo el Amor está suspendido, veremos si se convierte en algo más.
    por ahora el blog.
    gracias por tu comentario¡

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